30 agosto, 2018

SALVARTE



Salvarte del frío y del calor
de la prosa y del domingo 
del calendario lleno de círculos
de las planillas de cálculo

Salvarte del recuerdo y la canela 
de la tediosa certidumbre
de los supernumerarios de cuneta 
de las puertas giratorias y los temblores grado 5 o más

Salvarte del estruendo y del helecho 
de los mapas camineros 
de la hipertensión arterial 
y de los que no hacen antesala ni sobremesa

Salvarte de juntas y ceremonias
de parientes y vendedores de planes de telefonía móvil
de las cuentas claras que conservan la amistad
de la prudencia y sus gendarmes

Salvarte de la asepsia y el sofá con dentadura
de los autos que no fallan
de la puntualidad sin punta 
de las respuestas que no están en el viento

Salvarte de los que no quieren que te salves 
para salvarse ellos primero 
Salvarte de los que quieren subirte a la cruz 
porque les da alergia todo lo que florece

Salvarte de la nada y del todo
Salvarte con las uñas, con el intestino grueso
Salvarte de la palabra pero con la palabra
Incluso salvarte a balazos si fuera indispensable

Salvarte de mí 
y salvarte de ti 
Pero sobre todas las cosas 
salvarte de salvarte

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