"Escalera", Vladimir Kush, Rusia
Yo solía abordar trenes de carga rumbo a ciudades de calles esmaltadas por el caldo de las lunas
Casi siempre llegaba cuando el vino ya se había acabado
y a nadie le que quedaba saliva para gastar en discusiones que se prolongaban hasta el amanecer
La lluvia era como una novia casándose sin el consentimiento del padre
Mis ojos enfurecían al sol
Las hechiceras me sanaban de terribles dolores que en realidad nunca había padecido
Mis destinos eran siempre capitales de países en guerra
Pero yo sabía que tus ojos eran dos anzuelos de luz
Dos inmutables dogmas de una fe recuperada a mordiscos
Dos anclas arrojadas desde la indecible altitud de una nube de carne
Dos estanques de agua bendita
donde los inventores de pecados
podíamos nadar lejos de toda mirada escrutadora