Yo solía abordar trenes de carga rumbo a ciudades de calles esmaltadas por el llanto de las lunas
Casi siempre llegaba cuando el vino se había acabado
y a nadie le quedaba saliva para derrochar en conversaciones que duraban hasta el amanecer
Entonces la lluvia era como una novia que llegaba al altar sin el consentimiento del padre
Mis ojos negaban al sol
El sol me insultaba
Las hechiceras me sanaban de terribles dolores que en realidad nunca había padecido
Mis destinos eran siempre capitales de países en guerra