Están sacando un cuerpo desde el fondo de su propia sombra
y cada vez que lo reflotan se vuelve a arrojar
como si todo lo vivido no fuera más que el pálido reflejo de un deseo ajeno
Están tratando de untar con luz el pan de la bruma
para ver si fue cierta esa rosa blanca que brotó en forma de aliento
en la boca de alguien que también debió morderse los labios
Están haciendo girar las aspas de un molino abandonado al final de un callejón
para originar la harina roja que abastece de sueños esos sacos de tela cruda
que al atardecer los hombres llevarán a casa sobre sus espaldas húmedas
Están sacando una sombra desde el fondo de su propio cuerpo
y el corazón de una muchacha morena que ayer prometió anidar en la espera
es deglutido entero por una indiferencia mucho más atroz que el simple olvido
Están vaciando sus bocas de palabras
en un vano intento por rellenar con masilla
las grietas de su silencio