Todos vivimos a la orilla de algún mar
aferrados a algo que nos respira
Hay quienes arrojan allí los desperdicios de sus miradas
(todo aquello que hubiesen preferido no haber visto)
Cada vez que abrimos los ojos
bravías divisiones de langostas nos comen el corazón
y se convierten en una forma terrestre de lo que amamos
Yo no quería venir
Sabía que tarde o temprano no íbamos a caber todos
Por una ventana que mira hacia el suelo
se divisa un barco lastimado en la quilla
A bordo van personas que no conozco
Me dicen adiós
agitando pañuelos que recogen del aire
Luego me dicen que me acerque
Me piden algo que no puedo darles
Quieren que los rescate de su no naufragio
Las mujeres de los pescadores
-que del mar saben mucho más que Dios-
me dicen que allí viajan los invisibles
los incoloros, los insumables, los imposibles
Tal vez yo vez yo sea uno de ellos
En los alrededores hay prostitutas
que reparten invitaciones
a la primera comunión de sus hijos muertos
Son las siete de la tarde y las once la noche
En la orilla hay una muchedumbre
tratando escapar de algo que no va a suceder
Hacen largas filas frente a un pequeño puesto
donde una anciana desnuda vende flores
y hermosos recuerdos de infancias ajenas
Tengo miedo de las gaviotas
que le sacan los ojos a los niños
y de los niños que las apedrean
No me dejes aquí
en medio de la gente que se ríe
de las cosas que me hacen llorar
Tengo miedo de transformarme en arena
o en gaviota ciega o en niño con guijarro
Me portaré bien:
Seré el primero de la clase
El más rápido
El de mejor caligrafía
Profundidad y belleza en tus letras poeta. El canto de los que no caben.
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